Tenía solo 6 años la primera vez que acompañé a mi madre a casa de una novia, Mª Jesús, para maquillarla. Todavía hoy recuerdo la magia y la emoción que se respiraba en aquella casa modesta de pueblo recién encalada y pintada para la ocasión. Recuerdo como si hubiera sido ayer los ojos azules de su padre llenos de lágrimas cuando abrimos la puerta y la vio… Con los años me he dado cuenta de que ese momento me marcó y en cierto modo me condicionó para toda mi vida porque disfruto sintiendo y participando de esa magia que envuelve a todas las novias en ese gran día.
Después de estudiar Filología Inglesa (que era más segura como carrera) maquillaje y asesoría de imagen (siguiendo los pasos de mi madre) tuvo que ser mi mejor amiga Marian y sus “dramas de boda” la que me pusiera en este nuevo camino del diseño de complementos de novia… A ella solo le diseñé y tuneé las sandalias de boda, pero fue suficiente para saber que quería dedicarme a esto el resto de mi vida.
Me considero una persona tremendamente perfeccionista y exigente. Prefiero las líneas sencillas que no saturan y son más elegantes. Me gustan los tejidos puros, los de toda la vida…porque no dan alergia y porque aportan elegancia, textura, caída y un brillo característico con el que sus sucedáneos no pueden competir.
Adoro insinuar, no enseñar. Creo que en la mayoría de las ocasiones menos es más. Y creo que una novia debe de emocionarte al mirarla.
Por todo esto trabajo a diario buscando proveedores nacionales que me faciliten flores, puntillas, alpargatas y tejidos de calidad y resultados inmejorables. Busco la exclusividad en mis novias.
Cada pieza que diseño es única porque cada novia lo es…
